Ir al contenido principal

Entradas

'Examen de conciencia' o 'Cómo despojarse de yelmo y armadura en el fragor de la batalla, y resultar ileso en el intento'.

'Examen de conciencia' o 'Cómo despojarse de yelmo y armadura en el fragor de la batalla, y resultar ileso en el intento'. 'Examen de conciencia' es, con mucho, la propuesta más arriesgada que ha presentado hasta hoy, Simitrio Quezada. Toda obra literaria -y al escribir 'toda' incluyo, efectivamente, todo lo que cabe en un todo-, está aderezada con vivencias del escritor, del creador que exprime la memoria y logra, con la esencia que brota de ese ejercicio descarnado, dar el soporte a sus personajes y dotar con un escenario a sus historias. También, cada escritor sufre y adolece sus manías, y quizá es en la búsqueda de una sublimación de tales manías, que yace el filón mismo de donde extrae el escritor en su oficio de escribano, la materia prima que utilizará en sus obras. Hay en el acto de narrar, en el ejercicio de la memoria, una chispa divina. Ya en el Edén, Adán, el hombre de barro, nombra todas las creaturas. De esta forma, toma posesión de aquel &
Entradas recientes

19 febrero 2020

Una pistola en el ombligo: Entre Sor Juana, Kahlo, Félix y Violetta R. Schmidt A Ana M. Márquez, lectora insobornable de discursos imposibles. Confieso que he leído Diablo guardián es una novela profética. Se redactó con un lenguaje visionario que poco tenía que hacer en el México de finales de los noventas, y aunque utilizó técnicas magistralmente desarrolladas que la anclan en ese último suspiro del siglo veinte, la novela en sí estuvo pensada para ser leída por otra generación, con otros ojos. A pesar de ello, Diablo guardián no es una ‘novela para todo público’. El lenguaje despreocupado, valemadrista de quien sabemos en las primeras páginas, es la hija de pelo detestablemente oscuro de un par de pránganas , es un lenguaje cuyo discurso y sintaxis escapan impunemente en el momento que osamos abrir la puerta para husmear en la historia que propone Xavier Velasco. Me he ayudado de unos y ceros para leer esta novela. Desde que la vi en los estantes hace qui

Apostilla 6: Evangelia Apocrypha.

Apostilla 6: Evangelia Apocrypha. Decir algo que pueda añadir o enriquecer lo ya dicho en esta entrada sería pecar de pedantería y suficiencia. Apuntaré, no obstante, una imagen que me persigue y que influyó visualmente en el concepto que tenía cuando recién comenzaba a leer algunos de los Evangelios Apócrifos. Año con año, una caravana ambulante de vendedores de libros se instalaba en la ciudad. Al lado de los incontables y omnipresentes libros de superación personal, magia blanca y best-sellers desplegaban el contenido de algunas cajas con volúmenes del Fondo de Cultura Económica. Y en una esquina, como si quisiesen esconderlos, exhibían algunos volúmenes impresos en pasta dura, encuadernados con letras de oro, en papel delgadísimo aunque no llegaba a ser papel de china ni papel cebolla. Apócrifos del Nuevo Testamento. Nunca puse atención ni en el nombre de la editorial ni del traductor, aquellos volúmenes tenían un tufillo a herejía e incómoda subversión. Cuando más

Apostilla 5: El arte de la memoria.

Apostilla 5: El arte de la memoria. Es poco lo que puedo añadir a esta colaboración. Ambas, la del 6 y la del 13 de noviembre de 2008, tienen una esencia y origen comunes. En el mismo sitio web era posible encontrar los trabajos mayores de ambos escritores: Bruno y Trithemio se hallaban a un par de clics de distancia. Vanidad aparte, considero esta una de las colaboraciones más logradas que podrán encontrarse en este proyecto. Lo digo como autor que mira de frente –y sesgadamente también- a su obra, así que mi valoración bien pudiera no ser lo suficientemente objetiva como para tener alguna validez. Sólo agregaré que a este gusto por el tema de la memoria considerada como un arte ayudaron Octavio Paz y Umberto Eco. Tuve la suerte de leer simultáneamente a uno y otro en algunas de sus obras mayores, Sor Juana Inés del a Cruz o Las trampas de la fé, y El péndulo de Foucault y El nombre de la rosa, por decir algo. Alguna vez, algún conocido de esa red de redes –con quien h

Apostilla 4: Una computadora de papel.

Apostilla 4: Una computadora de papel. De pronto, claro está, se entra sin querer en el terreno de las confesiones. Informático de profesión y lector por vocación, me decidí a estudiar la carrera siete años después de saber que, de algún modo casi imposible e increíble, en un juego de cedés había sido ‘empaquetada’ la Patrologia Latina de Migne. Supe también que existía algo llamado ‘internet’ y que la Universidad Autónoma de Zacatecas tenía acceso y utilizaba algunos recursos disponibles con esa herramienta. Alguien me contó una anécdota que involucraba a un docente de filosofía cuyo nombre no supe -nunca estudié en la UAZ y, de sus docentes quizá conocí sólo a un par- que pidió al responsable del acceso a internet que buscara e imprimiese para él, todo lo disponible sobre Aristóteles. ‘Es imposible’, fue la respuesta que recibió. Era el año del Señor de 1992. ‘Yo también quiero tener acceso a ese recurso’, pensé. Y así pasaron algunos años y varios vuelcos y giros imprev

Apostilla 3: Los rollos del Mar Muerto.

Apostilla 3: Los rollos del Mar Muerto. Una semana después de liberar el primer número de la sección, pude hacerme una idea mucho más clara del compromiso que había aceptado. Esta colaboración adolece tres o cuatro errores evidentes, y hoy vistos en la distancia bonachona del tiempo, leo una redacción donde no acaban de cuajar algunas ideas. Con todo, algo habrá que pueda rescatarse. La decisión de incluir no propiamente libros sino como su nombre lo indica, los famosos rollos que tanto han dado de que hablar a estudiosos de la talla del Prof. Larry W. Hurtado o los colaboradores de algunas series mayores de la casa editorial Brill, - Dead Sea Discoveries y Studies on the Texts of the Desert of Judah , por ejemplo- surgió como fruto de un interés personal en el tema, que no ha decrecido con el paso de estos años. La literatura ‘no oficial’, esa que pareciera en momentos haber sido quirúrgicamente extirpada del colectivo y del imaginario que sería la base y sobre la q

Apostilla 2: Bibliotecas virtuales.

Apostilla 2: Bibliotecas virtuales. El veintitrés de octubre del año dos mil ocho apareció publicada en el suplemento Reloj de arena del Diario NTR Zacatecas, una página que fue escrita más como una editorial que como el inicio de una sección semi-fija. Al escribirla no pensé que el texto aparecería acompañado por una imagen. Todo el trabajo de diseño fue realizado por el equipo de diseñadores del diario y bajo la supervisión directa de Simitrio Quezada. A partir de ese momento el trabajo de revisar, corregir y además coordinar la publicación de los Libres Libros añadiría otro tanto a lo que ya estaba realizándose desde algunos meses antes, y siempre bajo su mirada concentrada y atenta. Desconozco cómo habrá sido en su inicio el Reloj de arena. Cuando se me invitó a colaborar era ya un proyecto redondo y con un carácter muy bien definido, así que, tratando de ser congruente con lo que pensé podría ser una columna de información general, decidí que ese primer tema fuese un