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'Examen de conciencia' o 'Cómo despojarse de yelmo y armadura en el fragor de la batalla, y resultar ileso en el intento'.

'Examen de conciencia'
o
'Cómo despojarse de yelmo y armadura en el fragor de la batalla, y resultar ileso en el intento'.




'Examen de conciencia' es, con mucho, la propuesta más arriesgada que ha presentado hasta hoy, Simitrio Quezada.
Toda obra literaria -y al escribir 'toda' incluyo, efectivamente, todo lo que cabe en un todo-, está aderezada con vivencias del escritor, del creador que exprime la memoria y logra, con la esencia que brota de ese ejercicio descarnado, dar el soporte a sus personajes y dotar con un escenario a sus historias.
También, cada escritor sufre y adolece sus manías, y quizá es en la búsqueda de una sublimación de tales manías, que yace el filón mismo de donde extrae el escritor en su oficio de escribano, la materia prima que utilizará en sus obras.
Hay en el acto de narrar, en el ejercicio de la memoria, una chispa divina. Ya en el Edén, Adán, el hombre de barro, nombra todas las creaturas. De esta forma, toma posesión de aquel "brand new paradise". El hecho de nombrar conlleva el reconocimiento de la existencia, el derecho de lo nombrado a 'estar allí' e implícitamente, un acto de sujeción o sometimiento.
Por esto, no es fortuito que una parte esencial en el rito católico del exorcismo esté marcado por ese momento en que se arranca por boca del poseso, el nombre de la o las entidades que han entrado 'sin permiso' en el cuerpo de un hombre o una mujer, ambos hechos a imagen y semejanza del Creador.
Es curioso que, tomando esto como partida y en una analogía inversa, algunos textos surgidos en el ámbito de la Cábala llegasen a una conclusión acorde con sus intenciones: nombrando entidades angélicas también sería posible, extendiendo el argumento, recibir sus favores.
El 'Examen de conciencia' que realiza Quezada Martínez otorga y establece los nombres, a la par, de monstruos y demonios, ángeles y portentos, antigüos temores y esperanzas ciertas. ¿Cómo atreverse a una tarea tal, y salir bien librado de la empresa? El vehículo decimonónico, y también el más idóneo para ello, es la 'memoria'. Recuento de daños o ajuste de cuentas, se vincula el hecho de escribir en este formato al haber vivido tanto que se vislumbra cerca la visita de la Parca y su guadaña insobornable. Curándose en salud, Simitrio Quezada ha dicho en días recientes que 'no piensa morirse pronto', de allí que las 'memorias' de su libro tengan y compartan forma e intenciones con dos escritores que, para nosotros, son ambos clásicos ya en toda la extensión de la palabra: el Dante, y el Obispo de Hipona.
Si alguna vez surgiese un intelecto capaz de emprender tal odisea, podría hacerse un ejercicio de 'deconstrucción' y reducir la Commedia a lo que pudo haber sido para sus contemporáneos, un curioso artefacto que era a la vez una crónica, memoria y una denuncia. Para ello habría que quitarle la parte de 'alegoría' y sustituir nombres y figuras enmascaradas por los nombres de pila y las figuras históricas. Así, el archiconocido verso 'Nel mezzo del cammin della nostra vita' emparentaría, y con justo derecho, la Commedia con 'Examen de conciencia'. En esto radica una de las mayores virtudes del libro: establecer con una precisión quirúrgica lugares y fechas, personajes y circunstancias, personas y cualidades/defectos. Naturalmente somos seres con miradas sesgadas sobre las virtudes y vicios propios. No sería extraño encontrar que, al hablar de amigos, familia, lugares, sucesos, el escritor proyecte sobre los demás la sombra de sus propias luchas, con sus grandes triunfos y también derrotas infranqueables.
En este punto la 'memoria' deviene en 'confesión' según el cánon agustiniano: el juez implacable que aparece en el 'Rex tremendae maiestatis' mozartiano tiene sólo un émulo que se multiplica en un caleidoscopio infinito: cada una de sus creaturas, en esos momentos justos antes de entregar espíritu y vida, catará el valor justo de sus días y sus noches. La mediatio mortis que puede obrarse como un ejercicio piadoso que ayude a plantar bien los pies en el suelo, es un requisito sine qua non es imposible purificarse y salir adelante, presto a mirar ojo contra ojo al Creador.
De aquí que el 'Examen de conciencia' apueste por una sinceridad visceral, inmediata, y afilada con el oficio de una treintena de años. Erguiéndose en el fragor de la batalla y despojándose de armadura y yelmo, Simitrio Quezada queda expuesto, ofreciendo jirones de corazón en cada página.
Solamente el tiempo, los días que vendrán y aquéllos que estarán después de nosotros, podrán decir qué depara y cómo afrontó Simitrio, el hombre, esa otra mitad de su vida, la que yace aún en el fondo del tintero.
Confiemos que este 'Examen de conciencia' permita, hasta donde sea posible, una revivificación y la conmemoración puntual de una vida que, episodio tras episodio, ofrece un tributo de papel y tinta a quienes, antes que nosotros, nos miraron y vieron quiénes fuimos, quiénes éramos, y de alguna manera también entrevieron el tiempo presente, infinito en su inmediatez, en el que se ha dicho todo y queda también, todo por decir.

Francisco Arriaga.
México, Frontera Norte.
23 de octubre de 2020.

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