Apostilla 2: Bibliotecas virtuales.
El veintitrés de octubre del año dos mil ocho apareció publicada en el suplemento Reloj de arena del Diario NTR Zacatecas, una página que fue escrita más como una editorial que como el inicio de una sección semi-fija.
Al escribirla no pensé que el texto aparecería acompañado por una imagen. Todo el trabajo de diseño fue realizado por el equipo de diseñadores del diario y bajo la supervisión directa de Simitrio Quezada. A partir de ese momento el trabajo de revisar, corregir y además coordinar la publicación de los Libres Libros añadiría otro tanto a lo que ya estaba realizándose desde algunos meses antes, y siempre bajo su mirada concentrada y atenta.
Desconozco cómo habrá sido en su inicio el Reloj de arena. Cuando se me invitó a colaborar era ya un proyecto redondo y con un carácter muy bien definido, así que, tratando de ser congruente con lo que pensé podría ser una columna de información general, decidí que ese primer tema fuese un elogio y a la vez un repaso muy rápido de algunos servicios que aún hoy sigo frecuentando asiduamente.
Las bibliotecas virtuales han mejorado muchísimo sus prestaciones y desempeño en estos diez años. Se han digitalizado millones de libros y rescatado del olvido y la incuria valiosísimos volúmenes que antaño sólo podían ser soñados por el común de los mortales e investigadores sin los recursos económicos para viajar y hurgar entre las bibliotecas y los fondos bibliográficos de más fama y renombre.
Hoy, con una conexión decente es posible hacerse con cualquier ejemplar indexado en alguno de los motores monstruosos que sirven de esqueleto a las mayores colecciones digitales. Y para no decir más, la innovación está haciendo posible que el común de universidades tenga acceso dedicado a alguna base de datos donde pueden consultarse y descargarse para lectura en dispositivos móviles, artículos y ejemplares de revistas, ‘journals’, libros en formato electrónico, como meros préstamos que expirarán según se desee, en 1, 7, 14 o 30 días incluso.
Internet Archive está ofreciendo este servicio, aunque hay que suscribirse y agregarse a la lista de espera, para poder consultar un ejemplar con la característica de impresión bloqueada, para ser leído por un tiempo determinado. De allí que puedan encontrarse títulos recientes e insospechados, como varias novelas de García Márquez, Vargas-Llosa, críticas y estudios literarios editados y publicados en fechas recientes.
Como podrá leerse, la intención de esa primera colaboración sirvió tanto como una declaración de principios como de un plan de acción. Quizá en partes iguales los Libres Libros de a Libra trataron sobre libros impresos y leídos en el papel, como de libros escaneados o digitalizados y leídos en el ordenador. Algunos títulos los he leído en ambos formatos, como El péndulo de Foucault, que sigo releyendo de manera más o menos constante.
Las bibliotecas digitales comparten con las bibliotecas de libros impresos con papel y tinta, algunas características. La de ser adictivas es una de ellas.
Y la de proporcionar siempre un buen consejo, la sabiduría de sus contenidos y el descubrimiento de mundos infinitos es otra.
Así, antes de acometer la impresa de liberar libro tras libro, fue necesario establecer el bastión desde el cual se pelearían batallas y escaramuzas.
Esa es la razón de que en el primer espacio asignado a los Libres Libros no se hable de libros, sino de los grandes repositorios digitales donde podemos encontrarlos.
Francisco Arriaga.
México, Frontera Norte.
20 de octubre de 2018.
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