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Ponga un tigre en su automóvil: 1Q84 bajo fuego cruzado.


Comentarios

Ernesto Cisneros-Rivera ha dicho que…
Qué gustazo, Paco, que hayas vuelto por estos fueros.

Un abrazo muy fuerte.

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10 septiembre 2009

Latinoamérica: entre el humo y el licor Rafael Humberto Moreno-Durán escribió en 1994 un artículo extenso donde reseñó cierto encuentro internacional de escritores y en el cual resaltaron, hieráticos e inaccesibles, Juan Carlos Onetti y Juan Rulfo. Le puso por nombre ‘Lo que puede decirse en un ágape de esfinges’. La memoria de Moreno-Durán sobre dicho encuentro es de una viva y profunda admiración: escritores que no escriben, hierofantes profanos que beben toneles de licor, encuentro de escritores que a primera vista pareciera más un desencuentro. También nos ha quedado la reseña puntual e inmediata de otro escritor, poeta y novelista: Luis Antonio de Villena. Escribió un artículo que retrata igualmente ese episodio, resaltando curiosamente a Rulfo sin dejar de mencionar, claro está, a Onetti. En su caso, el artículo escrito llevó por título ‘Juan Rulfo y el mago silencio’, y apareció en el número 687 de los Cuadernos Hispanoamericanos, publicado en septiembre del 2007. Onetti y Rulf

19 febrero 2020

Una pistola en el ombligo: Entre Sor Juana, Kahlo, Félix y Violetta R. Schmidt A Ana M. Márquez, lectora insobornable de discursos imposibles. Confieso que he leído Diablo guardián es una novela profética. Se redactó con un lenguaje visionario que poco tenía que hacer en el México de finales de los noventas, y aunque utilizó técnicas magistralmente desarrolladas que la anclan en ese último suspiro del siglo veinte, la novela en sí estuvo pensada para ser leída por otra generación, con otros ojos. A pesar de ello, Diablo guardián no es una ‘novela para todo público’. El lenguaje despreocupado, valemadrista de quien sabemos en las primeras páginas, es la hija de pelo detestablemente oscuro de un par de pránganas , es un lenguaje cuyo discurso y sintaxis escapan impunemente en el momento que osamos abrir la puerta para husmear en la historia que propone Xavier Velasco. Me he ayudado de unos y ceros para leer esta novela. Desde que la vi en los estantes hace qui

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Apostilla 6: Evangelia Apocrypha. Decir algo que pueda añadir o enriquecer lo ya dicho en esta entrada sería pecar de pedantería y suficiencia. Apuntaré, no obstante, una imagen que me persigue y que influyó visualmente en el concepto que tenía cuando recién comenzaba a leer algunos de los Evangelios Apócrifos. Año con año, una caravana ambulante de vendedores de libros se instalaba en la ciudad. Al lado de los incontables y omnipresentes libros de superación personal, magia blanca y best-sellers desplegaban el contenido de algunas cajas con volúmenes del Fondo de Cultura Económica. Y en una esquina, como si quisiesen esconderlos, exhibían algunos volúmenes impresos en pasta dura, encuadernados con letras de oro, en papel delgadísimo aunque no llegaba a ser papel de china ni papel cebolla. Apócrifos del Nuevo Testamento. Nunca puse atención ni en el nombre de la editorial ni del traductor, aquellos volúmenes tenían un tufillo a herejía e incómoda subversión. Cuando más