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27 agosto 2009

Te ayudaré a matar a los chacales

A M. Vinicio Dávila y Simitrio Quezada:
cortazarianos impenitentes.

Difundida ampliamente y comentada hasta el hastío desde los puntos de vista más encontrados, la entrevista que en 1977 hiciera Joaquín Soler Serrano a Julio Cortázar sólo abunda, lamentablemente, en los tópicos y prejuicios que para entonces el inimaginable número de lectores ya tenía bien formados sobre Julio Cortázar, el escritor universalmente argentino.
Los detalles de su vida han sido repasados y replanteados una y otra vez, dicha entrevista pudo haber sido un documento importantísimo para valorar mejor la obra y apreciar el desarrollo de la creatividad literaria del escritor; lamentablemente, en las distintas versiones que circulan libremente en Internet, la entrevista –con sus poco más de dos horas- aparece censurada: la TVE –y suponemos que el gobierno en turno- no le perdona a Julio el interés y la pasión que vertió sobre sus actividades, preocupaciones e ideologías políticas. El programa quedó un tanto lejos de las pretensiones de su nombre, ‘A fondo’. Joaquín Soler se percibe más preocupado por ‘estar a la altura’ que por conversar con Julio, extrañamente accesible y también conciso en sus respuestas.
Con todo, habrían de pasar veinte años para que apareciera una biografía aún poco conocida sobre Cortázar: fue escrita por Mario Goloboff y publicada por la Seix-Barral en 1998; en algo más de trescientas páginas aborda la titánica tarea de biografiar y sacar en limpio el cúmulo de observaciones, tópicos, mitos, críticas e invenciones que pululan entre los lectores y estudiosos de la obra y vida del escritor.

De qué sirve escribir la buena prosa
Militante de hueso colorado -y para algunos, incómodo hasta el paroxismo-, sobre Cortázar se ha obrado paradójicamente lo que no ha sido posible hacer sobre Borges: la expropiación de la ideología política sobre la labor literaria y poética. A los nuevos lectores les maravilla y escandaliza la visión sin matices ni dobleces que hiciera a Borges decir ‘El único defecto de Estados Unidos es haberle dado educación a los negros.’ Este tipo de detalles y observaciones sobre el colonialismo y el imperialismo a machamartillo de Borges sigue impregnando todo acercamiento crítico a su obra. Sin embargo, sobre Cortázar se ha obrado el prodigio de que pueda abordarse su obra dejando fuera completamente sus fuertes convicciones políticas, como se observa en la marea irrefrenable que puede consultarse en Internet formada con artículos, ensayos, tesis, reseñas, colaboraciones y análisis literarios. No podía ser de otra manera, el escritor del parteaguas titulado ‘Rayuela’ también nos legó un poema que aún goza de muy buena circulación, aunque cada día va siendo olvidado un poco más, avergonzando a editores e impresores: la ‘Policrítica en la hora de los chacales’. La compleja simplicidad de la palabra ‘Policrítica’ ha sido analizada e incluso explicada por el mismo Cortázar, baste decir a grandes rasgos que se trata de un juego de palabras entre los vocablos ‘política’, ‘crítica’ y ‘cri’ que en lengua francesa vale tanto por ‘llanto’ como’ por ‘grito’: vale la pena anotar que Cortázar admite que dicha palabra no es una creación suya, gramaticalmente hablando; no dice el nombre y sólo señala que una amiga suya, hablando sobre la enredada situación política y económica de Cuba, acuñó la palabra ‘policritique’. Cortázar piensa en francés que entre ‘poli’ y ‘tique’ se sitúa ‘cri’, con las implicaciones semánticas que esto supone.
¿Por qué es tan incómodo este poema? Por la sencilla razón de que Cortázar, simpatizante del régimen imperante en la isla, dedica precisamente a Cuba dicho poema con la intención de molestar a ‘las buenas conciencias’ contentas ante el embargo impuesto principalmente por los Estados Unidos de Norteamérica a la isla en 1962, y los sucesos que rodearían la detención del poeta Heberto Padilla el 20 de marzo de 1971. Cortázar se enternece, la isla resuma vida, vigor, la fuerza de un presente glorioso y ganado a pulso:
‘Buenos días, Fidel, buenos días, Haydée, buenos días mi Casa,
Mi sitio en los amigos y en las calles, mi buchito, mi amor,
Mi caimancito herido y más vivo que nunca,
Yo soy esta palabra mano a mano como otros son tus ojos o tus músculos,
Todos juntos iremos a la zafra futura,
Al azúcar de un tiempo sin imperios ni esclavos.’

Casi diez años después de iniciado el tramposo embargo comercial sobre Cuba, Cortázar escribe un poema que es la suma de sus convicciones políticas, ideológicas y sociales. Él se permite también gritar, con un grito que ni entonces ni hoy ha podido ser ahogado.

El virtuosismo del juego
Quizá el único arrebato que se permitió Cortázar en su vida fue el de la publicación de su primer poemario ‘Presencia’, cuando contaba 24 años. Hablará con frecuencia sobre dichos poemas en forma de sonetos, y también sobre el impasse que siguió a esa publicación llevándolo a continuar su meditación, lectura y estudio, hasta publicar su siguiente libro, el poema dramático titulado ‘Los reyes’, once años después, en 1949. Desde este libro su escritura mantendría una tónica constante: corrección y detalle preciso, economía y elegancia, fluidez y análisis, profundidad, ironía y juego.
Lector voraz, al principio de su carrera literaria se consideraba un mero ‘aficionado a la escritura’ y no buscó sobresalir y ganarse un nicho en el horizonte literario contemporáneo. En contra de moldes, fórmulas de éxito probado, salidas fáciles y lugares comunes, su obra destaca entre sus contemporáneos por lo arriesgado de su factura, la frescura y novedad en temas que constantemente rozan los linderos de la literatura clásica greco-romana; su poética es la de los impresionistas franceses pero con un acento de inconfundible aroma latinoamericano –y argentino-, que rompe flagrantemente los moldes métricos y sintácticos más decimonónicos del verso.
La capacidad de reconstrucción, asimilación y la temeridad de Cortázar se advierten mejor en sus cuentos, magistralmente escritos, de insuperable calidad. En ellos asoma el homenaje, los guiños de complicidad, el elemento autobiográfico, el juego puro, el humor, la ironía, la fantasía y la observación psicológica. Cortázar se erige como uno de los escritores de cuentos más completos y complejos del siglo veinte, al no retroceder jamás ante reto alguno: vampiros, ‘cronopios’, carreteras, máscaras griegas, líneas telefónicas, subterráneos, boxeadores, jardines infantiles y vías del tren, ríos y teatros, coliseos y motocicletas, jazz y tango, la libertad y los prisioneros encapuchados, son temas que aparecen tratados con una maestría inolvidable.
Sus grandes obras tampoco escapan de esos leitmotivs: Rayuela pareciera ser un gigantesco compendio de las manías más acentuadas de Cortázar, aunque ciertamente dicha novela es mucho más que un conglomerado de elementos dispersos: es el cenit de la obra, pensamiento e ideología cortazarianos por excelencia.

Todo escritor, Narciso, se masturba
La ‘Policrítica en la hora de los chacales’ apareció en la revista Casa de las Américas, en el número correspondiente al bimeste julio-agosto de 1971. Este poema coincide con una época difícil en la vida de Cortázar: invitado con anterioridad a formar parte del jurado que premiaría ‘Hombres de a caballo’ de David Viñas, en 1967 y que por esta razón leyera poco menos de un centenar de novelas, ya había estado en Cuba con anterioridad, en 1962, época donde se fragua su compromiso por la liberación latinoamericana. Entre ambas visitas se daría la oportunidad de charlar con Fidel Castro, Mario Vargas Llosa, Ángel Rama, René Depestre, Leopoldo Marechal, José Lezama Lima, Juan Marsé y Mario Monteforte Toledo, algunos de los cuales también conversarían en distintas ocasiones sobre cuál sería el destino de la revista ‘Casa de las Américas’. Los cambios internos de la política cubana le llevarían a un distanciamiento con Cuba debido a la detención del escritor Heberto Padilla y su esposa la también poetisa y escritora Belkis Cuza Malé el 20 de marzo de 1971: Cortázar y otros escritores pidieron informes referentes a tal hecho, lo que les costó la condena directa por parte de Fidel Castro. Consciente de que Fidel no es Cuba, escribe la Policrítica como una apología, una declaración de principios, y un compromiso firmado a favor de todos aquellos ‘…hombres enteros que nunca olvidarán la risa y la ternura, / que las defenderán enamoradamente, / que cantan y que beben entre turnos de brega, que hacen guardia fumando, / que son los que buscó Martí, los que firmaron con su sangre tantos muertos / a la hora de caer frente a chacales de dentro y a chacales de fuera.’
Heberto Padilla fue liberado, contribuyeron para esto escritores de talla y presencia mundial como Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Alberto Moravia, Susan Sontag, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Hans Magnus Enzensberger y Juan Goytisolo, aunque se le impidió la salida de la isla y sería hasta el 13 de marzo de 1980 que podría abandonar Cuba. Cortázar, a pesar de la desilusión que experimentó por los cambios sufridos en la isla debidos a las decisiones de Fidel Castro no deja de interesarse en su política, y continuó siguiendo de cerca su desarrollo, dándose tiempo para preocuparse por otras cuestiones y problemáticas presentes también en distintas partes de Latinoamérica, como los conflictos nicaragüenses.
En su poema deja claro que si todo escritor se recrea en su propia obra, también es cierto que éstos serán los menos que acudirán al llamado de las nuevas sociedades, incapaces de interpretar los movimientos sociales e históricos que darán paso a las nuevas ideas, a los nuevos pueblos, a las nuevas naciones. ‘Escritura’ y ‘compromiso’ son elementos inseparables en algunos de los últimos libros escritos por Cortázar: ‘…Y como pueda y donde esté sigo siendo esa tierra, y por sus hombres / escribo cada letra de mis libros y vivo cada día de mi vida.’

…te ayudaré a matar a los chacales
‘Les hablo a todos mis hermanos, pero miro hacia Cuba, / No sé de otra manera mejor para abarcar la América latina.’ Más de un lector debió escandalizarse ante los versos de la Policrítica: ¿Cuba es el ideal de Latinoamérica? No es necesario matizar lo que el mismo Cortázar escribe y desarrolla a lo largo de su poema: los gobiernos y sus dirigentes, sus burócratas serviles, sus sistemas nauseabundos y vendidos a las grandes transnacionales, capitalismos viciados con su economía deshumanizada, todos ellos son obstáculos abatibles bajo la planta de ‘aquel que aguanta en el timón, / de aquellos que pelean por una causa justa, allá o aquí, en lo alto o en lo bajo’.
Quienes le reprocharan alguna vez haber adquirido la nacionalidad francesa olvidan a propósito que esto se llevó a cabo hasta 1981, 3 años antes de su muerte. Es decir, era un mero trámite, el agradecimiento para el país que le diera cobijo, y en el que escribiera algunas de sus obras más reconocidas y leídas, ‘Rayuela’ entre ellas.
La literatura, la vida de Julio Cortázar están enraizadas en lo más profundo de la esencia latinoamericana, por más que en sus cuentos y novelas se hable de París, de Grecia o de Roma. Los peligros a que se enfrenta hoy día Cortázar quizá ni él mismo los hubiera imaginado: se ha convertido en una ‘figura de culto’ en el amplio horizonte narrativo contemporáneo, y sus libros son citados a diestra y siniestra. Lamentablemente son pocos lectores los que aún recorren sus páginas, descubriendo y gustando lo que Cortázar nos legó en sus distintas facetas. El mejor homenaje que puede rendírsele a Cortázar es el de la lectura. En 1971 escribió:
‘De qué sirve escribir la buena prosa,
De qué vale que exponga razones y argumentos
Si los chacales velan, la manada se tira contra el verbo’.

Al parecer los chacales han comprendido que lo mejor no es atacar, sino ignorar. ‘Me ayudarás, te ayudaré a matar a los chacales, / veremos más preciso el horizonte, más verde el mar y más seguro el hombre.’ La invitación de Julio sigue en pié, ¿quién se anima a tomarle la palabra?





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Comentarios

Ernesto Cisneros-Rivera ha dicho que…
¡Bravísimo, Francisco!

No sólo ha sido Cortázar víctima de entrevistas desperdiciadas, Susan Sontag también fue objeto de una mala entrevistadora (para colmo esposa de reconocidísimo escritor) y en meses recientes el actor John Malkovich (en su visita a Méxíco). Debería someterse a un exámen de capacidades a quienes tengan la idea de entrevistar a un grande del pensamiento.

El problema de Cortázar y otros indispensables de las letras, las ciencias y el pensamiento del siglo XX, es que compiten con la chatarra editorial que avala el mercantilismo de origen norteamericano y por eso ya son pocos sus verdaderos lectores. Tan sólo se les nombra (ignorando realmente sus ideas y voces) como una forma más de resaltar el "estatus sociocultural" al que buscan pertenecer los necios.

Y como bien dijo Cortázar, y subrayas tú, los grandes de la cultura universal son víctimas de los chacales...

Un abrazo enorme, Francisco, y gracias por un sesudo artículo más.
Francisco Arriaga ha dicho que…
Ernesto:

Como bien lo mencionas, la entrevista como tal, que antaño fuera un ejercicio intelectual de los más altos vuelos, se ha visto empañada conforme pasa el tiempo, y ha devenido en una lamentable situación que busca resaltar el lado sórdido, y explotar las venas comerciales del entrevistado, sin ninguna intención de pervivir como documento válido, incluso un poco más ambiciosamente hablando: histórico.

La entrevista hecha a Cortázar contrasta con varias entrevistas que se le hicieran por esos años y que han fraguado en el montonal de libros que pueden leerse. Y aunque hay momentos de claridad asombrosa en la entrevista de Joaquín Soler, la censura es más que evidente, y quién sabe si algún día podremos ver efectivamente esa entrevista sin cortes: bien pudiera ser que en esos cortes se encuentre la médula del caldo, tan desabrido cuando lo vemos de un tirón y 'editado' como está en su forma actual.

De los imperialismos se cuidó Cortázar, sobre todo de las influencias yankies, él lo vió venir y cual profeta sentado en sus reales, no falló: la mercadotecnia y la dinámica del 'best-seller' es lo único que ha quedado de aquel famosísimo 'Boom'. Sería mejor catalogar como llamaradas de petate a ese montonal de libros que se publican anualmente con precios carísimos, que sólo desgastan la vista y nos dejan igual de vacío el cerebro, robándonos el tiempo.

Y por desgracia, escritores de libros como esos, abundan.

Saludos, y mil gracias por la visita y tu acertadísimo comentario.

Francisco.

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