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12 febrero 2009

Konversationshefte

Ocho años de total sordera. Los últimos ocho años de su vida.
Aunque suele tenerse la idea de que Beethoven [1770-1827] sufrió sordera incluso desde su nacimiento, la verdad es que en el ápice de su juventud y fuerza creadora gozó de una capacidad auditiva que le permitió criticar variaciones mínimas de matices cuando algunos cuartetos de cuerda se empeñaban en interpretar su música, específicamente el cuarteto en si bemol mayor [c. 1808].
Los Konversationshefte [Cuadernos de conversación] contienen del puño de su autor las reacciones, pensamientos y opiniones que permiten construir una imagen real separándola de esa idea mítica que se ha formado alrededor de él. A partir de 1818 comenzaría a utilizarlos permanentemente.
Mimado de la aristocracia y conocido por sus arranques frecuentes de cólera y timidez, Beethoven conoció en la infancia los aspectos más crudos de la vida de los músicos: obligado por su padre, estudiaba frecuentemente en altas horas de la noche, e incluso de la madrugada. Pasó uno de los momentos más bochornosos jamás imaginados para quienes resaltan como figuras públicas, al saberse que su padre falsificó el acta de nacimiento para hacer creer al mundo que había nacido en 1772 cuando en verdad el año de su nacimiento fue 1770. Con todo, el talento de Ludwig le permitió que ya a los 14 años fuese Holforganist [Organista asistente] en la Corte del Elector Maximilian Frederick, cargo que consistía entonces en dirigir una pequeña orquesta mientras se interpretaba un acompañamiento desde el órgano, que solía ser trocado por un clavicémbalo frecuentemente para hacerlo más acorde a las salas de música de la nobleza, y fungiendo también como frecuente suplente del organista maestro Christian Gottlob Neefe, a quien se reservaban las grandes ocasiones.
Se sabe que en su adolescencia recibió algunas clases de Mozart -de esto último poco se ha conservado para la posteridad, resaltando sólo el dato-, aunque está plenamente documentado que a los 22 años estudió contrapunto y violín bajo la tutela de Joseph Haydn, considerado ‘El Padre de la Sinfonía’ y ‘El Padre del Cuarteto de Cuerdas’.
En plena juventud gozó el favor de las damas de la aristocracia, aunque el hecho de notar los primeros síntomas de sordera a partir de 1806 hizo que su carácter cambiara profundamente, tornándose más y más huraño empero, sin aislarse por completo de la sociedad y la aristocracia. Para entonces, con una carrera bien cimentada como pianista y como virtuoso prácticamente no necesitaba dar funciones públicas, redituándole económicamente sus obras lo suficiente para llevar una vida desahogada; sus composiciones las ejecutaba con frecuencia en recitales privados.
La sordera, como era inevitable, afectó su capacidad de interpretar sus propias obras: las últimas apariciones en público como ejecutante tuvieron lugar alrededor de 1814, cuando ya su excéntrica manera de interpretar hacía prácticamente imposible a sus acompañantes ejecutar las partes destinadas a ellos. En las indicaciones de pasajes forte [según lo que escribió Ludwig Spohr comentando la interpretación del trío ‘Archiduque’ el 11 de abril de 1814] Beethoven golpeaba estridentemente el teclado, mientras en pasajes piano resultaba imposible escuchar claramente las notas.
Cuatro años más tarde lo encontramos haciendo uso permanente de los Konversationshefte. Juntos abarcan varios centenares de páginas, algunas con indicaciones sobre los detalles cotidianos, y algunos otros que contienen frases con los que es posible atisbar situaciones casi incomprensibles para la vida y sociedad actuales.
Una anotación que ha causado el escándalo y suele citarse frecuentemente –Maynard Solomon en su biografía de Beethoven analiza detalladamente este pasaje- es la que su amigo Karl Peters hiciera en uno de dichos cuadernos, y que dice ‘¿Le gustaría acostarse con mi esposa?’.
La respuesta de Beethoven se ha perdido y no conocemos la contestación textual a semejante pregunta. Mas para Karl debió significar una afirmación, ya que se lee después: ‘Iré a buscarla’.
En los Cuadernos de conversación se retratan muy al vivo los últimos altercados del compositor y músico con su cuñada Johanna. Muerto su hermano -Caspar Carl van Beethoven- en 1815, Ludwig se da incesantemente al empeño de conseguir la custodia de su sobrino Carl van Beethoven [1806-1858]. Entre ires y venires su sobrino es forzado a estudiar música, Carl Czerny -entonces discípulo de Beethoven-, recibe directamente la indicación de darle lecciones. Cuando éste le dice a Ludwig que su sobrino carece de talento, Beethoven hace caso omiso y no desiste en su intención de hacer de Carl un gran concertista y pianista virtuoso, ayudado sobre todo por el nombre y reconocimiento con que él contaba.
Sufriendo periodos de iracundos ataques de furia contra su cuñada, y contrastantes periodos en los que desvivía en delicadas atenciones hacia su sobrino y ella, pueden encontrarse en los Cuadernos comentarios demoledores: ‘Anoche esa Reina de la Noche estuvo en el Baile de los Artistas hasta las tres de la madrugada no sólo exponiendo su desnudez mental sino también la física. Se murmuraba que ella podía venderse por 20 gulden ¡Horrible!’.
Respecto a su propio hermano y su familia llegó a decir lo siguiente: ‘Tuve que afrontar una conducta tal como sólo sufrí en el caso de su fallecido padre, un sujeto grosero... sospecho que ese monstruo de madre de nuevo se enredó en este jueguito y que eso es en parte una intriga de dicho caballero, mi hermano insensato y cruel... con su sobrealimentada prostituta y su bastardo’.
Resulta muy difícil creer que los últimos días de Beethoven hayan sido tan sombríos y grises. Se sabe que contaba con una considerable suma en acciones bancarias, mismas que él nunca llegó a tocar, por considerarlas herencia para su sobrino Carl.
Buscando compensar los años de disgustos, en su lecho de muerte declaró a ‘Carl van Beethoven, mi bienamado sobrino, único heredero de toda mi propiedad’ especificando que ‘mi sobrino Carl será mi único legatario, pero el capital de mi propiedad irá a manos de sus herederos naturales o testamentarios’, esto último, pensando indudablemente en su cuñada.
Los infortunios de la familia Beethoven parece que con la muerte de Ludwig amainaron, aunque su apellido estaría condenado a desaparecer antes de comenzar el nuevo siglo: su sobrino Carl se casó en 1832 con Caroline Naske, y tuvieron dos hijas y un hijo. Al niño le pusieron por nombre Ludwig. Éste emigró años después a Estados Unidos de Norteamérica donde trabajó en la Compañía de Ferrocarriles Centrales de Michigan, en Detroit. Se casó con la pianista María Nitsche. Su hijo único, Carl Julius, murió en plena infancia.
Fuente invaluable para atisbar el lado humano de Beethoven, los Cuadernos de conversación retratan el lado más oscuro, solitario y desgarrador de quien alguna vez tuvo toda la razón al escribir ‘mi deseo es que tengan mejor vida que yo, con menos preocupaciones: Exhorten a sus hijos a la virtud, esto solamente puede traer la felicidad, no el dinero, yo hablo de la experiencia; aquello fue lo que me sostuvo aun en la miseria, a aquello y a mi corazón tengo que agradecer que no haya terminado mi vida con el suicidio’.


Referencias:



Nota:

No se confundan los Konversationshefte con los Tagebuch. Estos últimos, diarios y cuadernos de bitácora, suelen incluir incluso apuntes musicales, observaciones del compositor sobre la sociedad de su tiempo, y anotaciones sobre su propia vida. Han sido editados innumerables veces y poseen una circulación muchísimo más amplia que los Konversationshefte.





XV LLL - 12 FEBRERO 2009 - Konversationshefte
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Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Mucho muy interesante, mucho aporta el estilo de escritura.

Felicitaciones, se nota, cada vez más, que vas adquiriendo oficio y que estás en tu medio.
Francisco Arriaga ha dicho que…
Mario:

Gracias por la visita y por el comentario.

Esa biografía de Beethoven me ha acompañado los últimos 18 años, y frecuentemente la releo, aunque ahora sólo por capítulos sueltos y dispersos.

Si algo hay de meritorio en el artículo, son las magníficas referencias de Solomon, hacen que leer la vida de Beethoven resulte muchísimo más animado que cualquier exposición o clase catedrática sobre el maestro.

Salus.

Francisco Arriaga.

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