Erotika Biblion
Una traducción muy acertada de ‘Erotika Biblion’ en nuestros días sería la de ‘Biblia Erótica’, y ostenta dicho título un libro concebido en 1778 cuando su autor, Honoré-Gabriel de Riquetti ‘Comte de Mirabeau’ [1749-1791], fuera encarcelado por un lío de faldas, y más específicamente, por adulterio. Sus captores le dieron por única compañía una Biblia, a cuya lectura Mirabeau se dio fervorosamente, pero buscando, analizando y criticando explícitamente los pasajes que estuviesen relacionados directa o indirectamente con el tema de la sexualidad. En esta labor de recopilación no dejó de lado ningún aspecto por más espinoso que pudiera ser: onanismo, incesto, zoofilia, nada dejó fuera de su lectura crítica y polémica de los libros sagrados.
El problema de la sexualidad como un tabú en ámbitos cristianos no es reciente, ya en épocas tempranas Tertuliano [Quintus Septimius Florens Tertullianus, c. 160- c. 220] urgía a que la enseñanza de la mitología clásica –y también la filosofía secular o ‘pagana’- se excluyese de los estudios de jóvenes y niños, por considerar altamente inmoral a la primera, y alegando en ‘De Praescriptione Haereticorum’ –respecto a la filosofía- que ‘Estas son doctrinas nacidas del ingenio hombres y demonios para los oídos ansiosos de la sabiduría secular a la que Dios llama necedad y a la que la filosofía –necedad del mundo- en su confusión misma elige.’ [Hae sunt doctrinae hominum et daemoniorum prurientibus auribus natae de ingenio sapientiae saecularis quam Dominus stultitiam uocans stulta mundi in confusionem etiam philosophiae ipsius elegit.]
Tertuliano mismo no podía ni quería prescindir del bagaje cultural, histórico y a pesar de todo, humanístico, legado de los moldes griegos y romanos clásicos. La opción que propone es simple aunque no exenta de peligro: los jóvenes cristianos deberían acercarse al conocimiento de las fuentes clásicas –mitología y filosofía inclusas- como quien recibe en prenda un veneno y sabiendo sus efectos nefastos nunca lo bebe […et erit tam tutus quam qui sciens uenenum ab ignaro accipit nec bibit.].
Mas la preocupación de la enseñanza y la moral legada a los jóvenes no es solamente asunto de los primeros escritores cristianos, ya en junio del 362 el emperador Juliano intenta reinstaurar el paganismo como religión oficial del estado, prohibiendo la enseñanza a maestros cristianos, aunque apenas un año y medio después, en enero del 364, Joviano, su sucesor, revocara dicho edicto.
La concepción de la mitología pagana como algo inmoral y pernicioso para la educación de los jóvenes permaneció inalterable hasta el Alto Medioevo, retomándose el interés por los clásicos en el Renacimiento y desempolvando la mitología y cada uno de los pasajes que la conforman, y hasta cierto punto, independizándola de la luz crítica de la moral cristiana.
La aparición de libro de Mirabeau –impreso por vez primera en 1783- coincide con la difícil situación política que vive Francia, después de las monarquías llenas de dispendio y esplendor, donde la clerecía galante se permitía alternar entre el púlpito y la corte, y donde el espíritu ilustrado y netamente ‘racionalista’ no se detiene ante nada, atacando directamente las tradiciones que no pueden soportar un análisis detallado de la razón.
Leyendo su libro, apenas en las primeras páginas encontramos ya afirmaciones que horrorizarían a cualquier clérigo, en la página 21 –por poner un ejemplo- después del análisis concienzudo de los versículos iniciales del Génesis, llegando al pasaje donde Adán da nombre a todos y cada uno de los animales de la creación, Mirabeau resalta dos hechos: el primero, que la mujer aún no ha sido creada, y segundo, que al ser Adán el único en su especie y género tendría que ser, por fuerza, hermafrodita:
‘Adam appela donc tous les animaux d'un nom que leur était propre, tant les oiseaux que les bêtes, etc.’ Jusqu'ici la femme n'a point paru; elle es incréée; Adam est toujours hermaphrodite. Il a pu croître seul et se multiplier.’ [‘Entonces Adán nombra a todos los animales con el nombre que les era propio, a las aves, bestias, etc’. Hasta este momento la mujer aún no aparece, ella permanece increada, Adán es entonces hermafrodita. Puede crearse y multiplicarse solo.]
Para arrojar un poco más de luz sobre este libro y el contexto en el que fue escrito, es necesario acudir a otros dos libros, ambos publicados en fecha más reciente.
El Dr. Ludovico Hernández escribió en 1920 ‘Les procès de sodomie aux XVIe, XVIIe et XVIIIe siècles : publiés d'après les documents judiciaires conservés à la Bibliothèque nationale’ y ‘Les procès de bestialité aux XVIe et XVIIe siècles : documents judiciaires inédits publiés avec un avant-propos’ [‘Los procesos de sodomía en los siglos XVI, XVII y XVIII: publicados a partir de los documentos judiciales conservados en la Biblioteca nacional’ y ‘Los procesos de bestialidad en los siglos XVI y XVII: documentos judiciales inéditos publicados con una introducción’]. En ambos rescata una lista de los procesos llevados contra ciudadanos acusados de caer en tales excesos, permitiéndonos observar que en los siglos inmediatamente anteriores a la aparición del libro de Mirabeau el espíritu libertino y galante de la corte distaba mucho de permitir las mismas laxitudes morales a los ciudadanos comunes.
Mirabeau mismo, con su ingenio y su intelecto admirables, su espíritu revolucionario y su personalidad de hombre de mundo, seductor y dando a la sensualidad, agente secreto y viajero constante, en fin, arquetipo del ‘hombre ilustrado’, no dejó de horrorizarse ante algunos de los aspectos más crudos y oscuros de las pasiones humanas al exclamar en el capítulo ‘Béhémah’ –referente a la zoofilia-: ‘Comment imaginer sans horreur qu'un goût aussi dépravé puisse exister dans la nature humaine, lorsqu'on pense combien elle peut s'élever au-dessus de tous les êtres animés? Comment se figurer que l'homme ait pu se prostituer ainsi? Quoi! tous les charmes, toutes les délices de l'amour, tous ses transports il a pu les déposer aux pieds d'un vil animal!’ [¿Cómo imaginar sin horror que un gusto tan depravado pueda existir en la naturaleza humana, en quien por el pensamiento ha sido elevado por sobre todos los seres animados? ¿Quién se figuraría que el hombre se pueda prostituir así? ¡Que todos los encantos, todas las delicias del amor, todos sus arrebatos pueda depositarlos ante los pies de un vil animal!]
Después de su muerte, los restos de Mirabeau fueron expulsados del Panteón de los franceses ilustres, al saberse que recibiera de Luis XVI ayuda monetaria para saldar sus deudas.
Su singular manera de ver el mundo le permitió asistir como amante a las expresiones más altas de las pasiones humanas, y como crítico mordaz e inconmovible a la observación puntual de las mismas -y algunas de sus depravaciones- en su Erotika Biblion.
Una traducción muy acertada de ‘Erotika Biblion’ en nuestros días sería la de ‘Biblia Erótica’, y ostenta dicho título un libro concebido en 1778 cuando su autor, Honoré-Gabriel de Riquetti ‘Comte de Mirabeau’ [1749-1791], fuera encarcelado por un lío de faldas, y más específicamente, por adulterio. Sus captores le dieron por única compañía una Biblia, a cuya lectura Mirabeau se dio fervorosamente, pero buscando, analizando y criticando explícitamente los pasajes que estuviesen relacionados directa o indirectamente con el tema de la sexualidad. En esta labor de recopilación no dejó de lado ningún aspecto por más espinoso que pudiera ser: onanismo, incesto, zoofilia, nada dejó fuera de su lectura crítica y polémica de los libros sagrados.
El problema de la sexualidad como un tabú en ámbitos cristianos no es reciente, ya en épocas tempranas Tertuliano [Quintus Septimius Florens Tertullianus, c. 160- c. 220] urgía a que la enseñanza de la mitología clásica –y también la filosofía secular o ‘pagana’- se excluyese de los estudios de jóvenes y niños, por considerar altamente inmoral a la primera, y alegando en ‘De Praescriptione Haereticorum’ –respecto a la filosofía- que ‘Estas son doctrinas nacidas del ingenio hombres y demonios para los oídos ansiosos de la sabiduría secular a la que Dios llama necedad y a la que la filosofía –necedad del mundo- en su confusión misma elige.’ [Hae sunt doctrinae hominum et daemoniorum prurientibus auribus natae de ingenio sapientiae saecularis quam Dominus stultitiam uocans stulta mundi in confusionem etiam philosophiae ipsius elegit.]
Tertuliano mismo no podía ni quería prescindir del bagaje cultural, histórico y a pesar de todo, humanístico, legado de los moldes griegos y romanos clásicos. La opción que propone es simple aunque no exenta de peligro: los jóvenes cristianos deberían acercarse al conocimiento de las fuentes clásicas –mitología y filosofía inclusas- como quien recibe en prenda un veneno y sabiendo sus efectos nefastos nunca lo bebe […et erit tam tutus quam qui sciens uenenum ab ignaro accipit nec bibit.].
Mas la preocupación de la enseñanza y la moral legada a los jóvenes no es solamente asunto de los primeros escritores cristianos, ya en junio del 362 el emperador Juliano intenta reinstaurar el paganismo como religión oficial del estado, prohibiendo la enseñanza a maestros cristianos, aunque apenas un año y medio después, en enero del 364, Joviano, su sucesor, revocara dicho edicto.
La concepción de la mitología pagana como algo inmoral y pernicioso para la educación de los jóvenes permaneció inalterable hasta el Alto Medioevo, retomándose el interés por los clásicos en el Renacimiento y desempolvando la mitología y cada uno de los pasajes que la conforman, y hasta cierto punto, independizándola de la luz crítica de la moral cristiana.
La aparición de libro de Mirabeau –impreso por vez primera en 1783- coincide con la difícil situación política que vive Francia, después de las monarquías llenas de dispendio y esplendor, donde la clerecía galante se permitía alternar entre el púlpito y la corte, y donde el espíritu ilustrado y netamente ‘racionalista’ no se detiene ante nada, atacando directamente las tradiciones que no pueden soportar un análisis detallado de la razón.
Leyendo su libro, apenas en las primeras páginas encontramos ya afirmaciones que horrorizarían a cualquier clérigo, en la página 21 –por poner un ejemplo- después del análisis concienzudo de los versículos iniciales del Génesis, llegando al pasaje donde Adán da nombre a todos y cada uno de los animales de la creación, Mirabeau resalta dos hechos: el primero, que la mujer aún no ha sido creada, y segundo, que al ser Adán el único en su especie y género tendría que ser, por fuerza, hermafrodita:
‘Adam appela donc tous les animaux d'un nom que leur était propre, tant les oiseaux que les bêtes, etc.’ Jusqu'ici la femme n'a point paru; elle es incréée; Adam est toujours hermaphrodite. Il a pu croître seul et se multiplier.’ [‘Entonces Adán nombra a todos los animales con el nombre que les era propio, a las aves, bestias, etc’. Hasta este momento la mujer aún no aparece, ella permanece increada, Adán es entonces hermafrodita. Puede crearse y multiplicarse solo.]
Para arrojar un poco más de luz sobre este libro y el contexto en el que fue escrito, es necesario acudir a otros dos libros, ambos publicados en fecha más reciente.
El Dr. Ludovico Hernández escribió en 1920 ‘Les procès de sodomie aux XVIe, XVIIe et XVIIIe siècles : publiés d'après les documents judiciaires conservés à la Bibliothèque nationale’ y ‘Les procès de bestialité aux XVIe et XVIIe siècles : documents judiciaires inédits publiés avec un avant-propos’ [‘Los procesos de sodomía en los siglos XVI, XVII y XVIII: publicados a partir de los documentos judiciales conservados en la Biblioteca nacional’ y ‘Los procesos de bestialidad en los siglos XVI y XVII: documentos judiciales inéditos publicados con una introducción’]. En ambos rescata una lista de los procesos llevados contra ciudadanos acusados de caer en tales excesos, permitiéndonos observar que en los siglos inmediatamente anteriores a la aparición del libro de Mirabeau el espíritu libertino y galante de la corte distaba mucho de permitir las mismas laxitudes morales a los ciudadanos comunes.
Mirabeau mismo, con su ingenio y su intelecto admirables, su espíritu revolucionario y su personalidad de hombre de mundo, seductor y dando a la sensualidad, agente secreto y viajero constante, en fin, arquetipo del ‘hombre ilustrado’, no dejó de horrorizarse ante algunos de los aspectos más crudos y oscuros de las pasiones humanas al exclamar en el capítulo ‘Béhémah’ –referente a la zoofilia-: ‘Comment imaginer sans horreur qu'un goût aussi dépravé puisse exister dans la nature humaine, lorsqu'on pense combien elle peut s'élever au-dessus de tous les êtres animés? Comment se figurer que l'homme ait pu se prostituer ainsi? Quoi! tous les charmes, toutes les délices de l'amour, tous ses transports il a pu les déposer aux pieds d'un vil animal!’ [¿Cómo imaginar sin horror que un gusto tan depravado pueda existir en la naturaleza humana, en quien por el pensamiento ha sido elevado por sobre todos los seres animados? ¿Quién se figuraría que el hombre se pueda prostituir así? ¡Que todos los encantos, todas las delicias del amor, todos sus arrebatos pueda depositarlos ante los pies de un vil animal!]
Después de su muerte, los restos de Mirabeau fueron expulsados del Panteón de los franceses ilustres, al saberse que recibiera de Luis XVI ayuda monetaria para saldar sus deudas.
Su singular manera de ver el mundo le permitió asistir como amante a las expresiones más altas de las pasiones humanas, y como crítico mordaz e inconmovible a la observación puntual de las mismas -y algunas de sus depravaciones- en su Erotika Biblion.
Referencias:
- Mirabeau, 'Erotika Biblion'. Edición electrónica disponible en Internet Archive.
- Ludovico Hernández, 'Les procès de bestialité aux XVIe et XVIIe siècles: documents judiciaires inédits publiés avec un avant-propos'. Edición electrónica disponible en Internet Archive.
- Ludovico Hernández, 'Les procès de sodomie aux XVIe, XVIIe et XVIIIe siècles: publiés d'après les documents judiciaires conservés à la Bibliothèque nationale'. Edición electrónica disponible en Internet Archive.
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